¿Cómo ayudar a quien no quiere ser ayudado?

En ciertas ocasiones nos encontramos con personas muy próximas, amigos e incluso familiares, que están sufriendo por alguna situación, y tal vez hayas tratado de aconsejarle que busque ayuda, pero su respuesta siempre es negativa.

Estar presente cuando un ser querido lo está pasando mal no es fácil ni agradable. Ser consciente de que esa persona no sabe como sobrellevar ciertas situaciones, que no sea capaz de salir y que no podamos ni dispongamos de los medios para ayudarle a salir causa, indudablemente, una gran sensación de angustia y desesperación.

Habitualmente, cuando las personas atravesamos ciertas situaciones, nos sentimos presionados, abrumados y agobiados por el dolor, creando así una coraza y encerrándonos en el propio dolor sin querer salir de él, y en el momento de ayudar a las personas que padecen un dolor así, los consejos suelen percibirlos casi como ataques y agresiones, pensando que quienes somos nosotros para decir lo que deben hacer o dejar de hacer.

¿Qué necesitan las personas que no se dejan ayudar?

Las personas que sufren, lo que de verdad necesitan es cariño, comprensión, reconocimiento, ser considerado digno y sentirse respetado, ya que estas personas suelen carecer de una buena autoestima.

Bien es cierto que, bajo ningún concepto, debemos decirles ni recordarles que tienen baja autoestima, porque entonces le estaremos dañando inconscientemente, y lo único que generaremos es que se encierren aún más en su dolor y conseguiremos que se alejen de nosotros.

Se suele decir que no es conveniente tratar de aconsejar y ayudar a una persona con un enfrentamiento concreto, a no ser que esta persona quiera recibir ayuda. Sin embargo, lo que sí podemos hacer es transmitirle cariño y cercanía, haciéndoles sentir queridos y demostrándoles nuestro amor incondicional.

Cuando tratamos de conseguir este objetivo, hemos de ser cautelosos y tratar de no forzar para que entiendan nuestra opinión y nuestra forma de ver la situación; debemos darles la libertad y el espacio que necesiten para que vivan el proceso y tratar de conseguir aprender de la situación, aunque sea duro y doloroso ver como sufren nuestros seres queridos.

La prudencia es una de las bases fundamentales a la hora de ayudar a alguien. Con ser prudente nos referimos a que no siempre nuestra ayuda va a servir ni a ser apropiada, o puede que, si lo sea, pero la otra persona no esté capacitada en ese momento o dispuesta a escuchar ni valorar. Y no por ello hay que desesperarse, ya que en ocasiones es mucho más fácil ver la situación desde fuera que desde dentro. Para nosotros igual la solución es muy sencilla y no ves que el problema pueda ser motivo para estar sufriendo de tal modo y no lo ves como algo grave que deba tomarse de una manera muy tremenda. A todos nos ha pasado que, cuando estás viviendo una situación que, para ti, casi lo podrías considerar el fin del mundo, y alguien, con buena intención, te ha dicho: “no es para tanto”, en ese momento has pensado que cómo alguien que no está viviendo esa situación puede decirnos eso, e incluso hemos llegado a enfadarnos con esa persona, por muy buenas intenciones que llevara. Ahí es donde entra la prudencia, pues no hay que aconsejar ni ayudar de manera superficial; debemos ayudar de forma cariñosa y empática, teniendo siempre en mente el sufrimiento que está teniendo la otra persona.

Pautas para poder ayudar

Podemos plantear algunas pautas para ayudar a aquellas personas que no quieren ser ayudadas:

  • Preguntar primero si requiere de nuestra ayuda. Si la respuesta es negativa, no debemos insistir, respetando sus tiempos y sus procesos, manteniéndonos siempre cercanos.
  • Creer en uno mismo, pues mantener una energía positiva puede favorecer a la persona e influir mucho en su estado de ánimo
  • Respetar, ser cariñoso, dulce y comprensivo, sin llegar a sentir ni mostrar lástima.
  • Procurar no sacar temas negativos y no hablar de su dolor y de lo mal que está, pues esto únicamente generará que la persona se hunda más en el dolor y lo recuerde a cada segundo que pase con nosotros.
  • Cuando pasemos tiempo con ellos, tratar de crear un estado de serenidad, calma y paz. Esto provocará que confíe de mayor manera en nosotros, abriéndose cada día un poco más.
  • Escuchar, una de las pautas primordiales para ayudar a una persona que sufre tanto dolor es escuchar sin juzgar, pues te hablará desde el dolor y el sufrimiento, siendo así que puede generarnos incluso dolor a los demás; pero debemos mantenernos fuertes y seguir cercanos, ya que lo que les promueve es el dolor y no las emociones que puedan sentir en ese momento.
  • Demostrar cercanía y apoyo incondicional es de lo más importante a la hora de ayudar a alguien. Así le demostraremos que estaremos para todo aquello que necesiten cuando lo necesiten, sin presionar; simplemente estando a su lado.
  • Ponerse en el lugar de la otra persona es imprescindible, ya que así le podremos dar los mejores consejos, pensando cuáles serían los más convenientes para uno mismo.

No es sencillo para nadie pasar por una crisis o un duelo. Estar acompañado y sentirse apoyado y querido no las soluciona, pues esto depende en su gran mayoría del esfuerzo propio, pero si puede hacerlas mucho más llevaderas.

Suscríbete a nuestro boletín de noticias

Leave A Comment